Por: Abel Cadena Buitrago
Este 15 de enero de 2013, el gobierno de Bucaramanga marcó un nuevo parámetro
en la historia de la ciudad en relación con la recuperación del espacio público,
facilitando la reubicación de los vendedores en los centros comerciales,
construidos en la administración del entonces alcalde Luis Fernando Cote Peña,
y ofreciendo además otras alternativas a estos comerciantes.
Y pasando la retrospectiva,
tenemos que decir que en la nueva administración que asumió el abogado Luis
Francisco Bohórquez, heredó de
administraciones anteriores, una aguda invasión del espacio público porque con
mirada indolente se dejó al garete, para
que quien quisiera se ubicara donde bien le pareciera, echando al traste un intento
de solución al problema, resuelto en la administración del alcalde Luis
Fernando Cote Peña, y que había iniciado su antecesor Carlos Ibáñez Muñoz.
Durante la administración del alcalde Ibáñez
Muñoz, se hicieron reuniones periódicas
y se llego a un principio de acuerdo; los socios a través de las organizaciones
que los agremiaban, abrieron una
cuenta de ahorro programado, con el fin
de aportar el capital que les correspondiera en el proyecto.
Como en el gobierno anterior la
pretensión de los informales fue la plaza San Mateo, no faltó quien discrepara,
porque quienes protegen los monumentos nacionales, se opusieron a que la reubicación se diera a
ese sitio, que dicho sea de paso, se convirtió fue en nido de toda clase de “ratas”,
con graves amenazas para los ciudadanos.
Los dirigentes de los
comerciantes informales, salen megáfono en mano, por todas las calles del
centro de Bucaramanga, convocando a todos los asociados, a una reunión con el
alcalde, a las 6 p.m. en el Coliseo Peralta, en esa época.
Esta fue una de las últimas reuniones del comité pro rescate del espacio público de Bucaramanga |
Luis F Cote Peña entonces alcalde |
En el gobierno de Carlos Ibáñez,
las organizaciones de los comerciantes informales existentes, con personería
jurídica, ASOCOMIN, AVAECCS, ASOVESAN, ASOVIAB Y SINUCOM que
luego fueron remplazados por ASCOMESAN, iniciaron conversaciones para la
recuperación del espacio público.
El espacio que siempre pidieron
los comerciantes informales para su reubicación, fue la plaza San Mateo conocida popularmente
como el pabellón de carnes.
Carlos Ibáñez Muñoz |
Al final del gobierno de Carlos
Ibáñez Muñoz, se constituyo una sociedad de economía mixta, la cual fue
protocolizada en una de las notarias de la ciudad, entre la administración municipal y las organizaciones de vendedores
estacionarios de Bucaramanga.
Siguió el curso y asume como
alcalde el doctor Luis Fernando Cote
Peña, quien en un desayuno de trabajo con los representantes de los
comerciantes informales, decide dar continuidad al proceso de reubicación de los vendedores.
El mandatario de esa época, luego de
identificar la problemática del espacio público, divide el proceso en dos partes;
los vendedores informales sin licencia, que estaban ubicados prioritariamente
en la calle 35, y los vendedores estacionarios con licencia, que eran los que
tenían casetas.
Aunque la administración
municipal sostenía reuniones con los dos
sectores paralelamente, se dio prioridad a los vendedores sin licencia, con
quienes se llego a un acuerdo, aprovechando la infraestructura que había
quedado del paso transitorio de los comerciantes de la plaza central, cuando
esta fue reconstruida y se le hicieron unas mejoras y se les ubico en ese
sitio, dando inicio así al Centro
Comercial Feghali que hoy ha logrado una evolución satisfactoria para las
partes.
Con los vendedores de las
casetas, el alcalde se reunía dos a tres
veces a la semana, mientras que el secretario de gobierno municipal Tomas
Alberto Vargas Mantilla, reemplazado luego por Carlos Octavio Gómez
Ballesteros, estaban en disponibilidad
diaria, de atender las inquietudes de
las organizaciones de los informales.
Al fondo a la derecha la plaza San Mateo |
Durante varios meses, la administración
municipal y las organizaciones que
representaban a los vendedores
estacionarios, sostuvieron conversaciones teniendo como mira la plaza
San Mateo, pero no llegaron a ponerse de acuerdo.
En el año 2.000, el último de la
administración Cote Peña, la familia Cabanzo, ofreció a la venta un lote en el
cual funcionaba un parqueadero, el cual está ubicado sobre las calles 37 y 41 y
entre carreras 14 y 15.
El alcalde convoco a los representantes de las
organizaciones de los vendedores, para dialogar
sobre esta nueva oferta, que podría ser otra solución. Luego de 6 horas de
reunión, los comerciantes informales piden al alcalde, que se convoque a las bases de las
organizaciones, y que sean ellas quienes tomen cualquiera determinación, a
lo cual el mandatario accede para
facilitar las cosas.
Aspectos de una de las reuniones con el entonces alcalde Luis Fernando Cote con los vendedores |
Los comerciantes informales acuden al llamado
de sus dirigentes, y son ellos quienes plantean a la administración municipal,
los puntos de vista sobre el proceso de reubicación; después de acaloradas
discusiones, finalmente se llego a un acuerdo, para la recuperación del espacio
público.
Al día siguiente el 8 de marzo del año 2.000, la administración
municipal en cabeza del alcalde Luis Fernando Cote Peña, los directivos de las
organizaciones de los vendedores estacionarios y algunos concejales que
asistieron como garantes, se protocolizo el acuerdo al cual se había llegado el
día anterior, con las bases de las organizaciones que representaban a los
vendedores estacionarios del centro de Bucaramanga.
Lo que siguió a partir de ese
momento, fue el tema del traslado de los
comerciantes al nuevo sitio de re ubicación, (calles 37 y 41 con carreras 14 y
15).
Por iniciativa de la presidenta
de ASOVIAB Nora Adela Giraldo, la administración municipal junto con las
organizaciones de los vendedores, se decidió identificar al nuevo centro
comercial con el nombre de CENTRO COMERCIAL EL SOL DE LA ALEGRIA.
Los comerciantes informales
fueron convocados por la administración municipal, para conformar una sola
organización, con el fin de dar agilidad al proceso de reubicación, conformando
así la ASOCIACION DE VENDEDORES DEL CENTRO COMERCIAL EL SOL DE LA ALEGRIA
“ASOVECSA”, nombrando como representante legal al señor Carlos Julio Triviño
Correal.
Una de
las discusiones para el traslado fue, si los comerciantes lo hacían trasladando las casetas al sitio
convenido, o si se construirían locales, y si esto último se llevaría a cabo,
cómo sería la financiación.
Mediante gestión del asesor de
despacho del alcalde, el señor Luis Álvaro Mejía Arguello, se logra que la
entidad financiera Comuldesa, les prestara el dinero a los comerciantes para la construcción, pero estos no tenían capacidad de endeudamiento, menos quien les
sirviera de codeudor. Entonces la administración municipal mediante convenio
con el Fondo Nacional de Garantías, logro que éste avalara el 70% del crédito y el otro 30% que fuera
respaldado por los mismos comerciantes, en forma recíproca, para lo cual armaron parejas y el uno avalaba al otro.
Para la construcción de los
locales, a los comerciantes les fue vendido un lote de 1.90 x 1.50, el cual
sería pagado en 7 años; el recaudo de
este lo haría Comuldesa, y como garantía los comerciantes firmaron un pagaré.
La firma Metalex, fue la
encargada de construir los locales del centro comercial El Sol de la Alegría. El
contrato para la construcción de la obra se firmó con ASOVECSA.
Con el acompañamiento de la
empresa municipal de aseo de Bucaramanga, cuya gerente era la doctora Consuelo
Ordoñez de Rincón y con el alcalde Luis Fernando Cote Peña a la cabeza, una noche
inesperada del año 2.000, se procedió a la recuperación del espacio público.
Los vendedores retiraban las casetas, luego los operarios de la EMAB hacían el
aseo del espacio recuperado.
Ese fue un momento difícil en la
parte psicológica para los comerciantes informales, pues en ese espacio que ellos
estaban entregando a la ciudad, vieron
crecer a sus hijos, con el derivado de su humilde trabajo, con el cual
alimentaron a sus familias y educaron a sus descendientes, y muchos de ellos se
hicieron profesionales.
Tristes por dejar el espacio que
los albergo por más de 30 años, pero
contentos de poder cumplirle a la
ciudad, los comerciantes esperaban un mañana que parecía ser prometedor, en un
centro comercial donde no se mojarían ni se asolearían; tampoco
tendrían que estar recogiendo y
extendiendo la mercancía. Fue así como los comerciantes partieron a su nuevo
sitio de trabajo, donde hoy muchos se encuentran en camino de despegar con
éxito, pero los invasores de la calle han sido sus peores enemigos por la
competencia desleal de precios.
En nuestra próxima entrega, les
contaremos cómo continuó el proceso y qué
respaldo recibió de la siguiente administración.